La inseminación artificial

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La inseminación artificial es una de las primeras opciones en cuanto a tratamientos de fertilidad, ya que es un procedimiento muy sencillo y con un índice de éxito relativamente alto.

En España, aproximadamente, un 15% de las parejas que buscan un hijo no lo consiguen de forma natural. El retraso en la búsqueda de la descendencia, el aumento de estrés en la vida cotidiana o factores médicos como la obesidad, problemas de tiroides, abuso de drogas u otras enfermedades son algunas de las causas de los problemas de fertilidad, aunque hay que recordar que un 20% de los casos quedan sin explicar.

Cuando un problema de fertilidad aparece, ir a un ginecólogo especializado es siempre la mejor opción. Allí se os podrá someter a pruebas para detectar el origen del problema, así como proponeros los tratamientos que pueden solucionarlo.

Entre los tratamientos posibles, la inseminación artificial es uno de los básicos . ¿Quieres saber en qué consiste exactamente y para qué casos sirve?

La inseminación artificial consiste en  depositar de forma artificial el semen en el interior del útero, para facilitar el encuentro entre óvulo y espermatozoide.

Consta de tres fases:

  • Estimulación de la ovulación: mediante la administración de hormonas, se consigue el desarrollo de varios folículos, que permitirá disponer más de un óvulo durante el mismo ciclo, multiplicando las posibilidades de una fecundación (pero también de un embarazo múltiple).
  • Preparación del semen: se hace una selección y concentración de los espermatozoides de mejor calidad, eliminando los espermatozoides de baja movilidad o muertos.
  • La inseminación en sí: se realiza durante dos días seguidos tras haber realizado la inducción de la ovulación, y no resulta dolorosa ni precisa de anestesia. Se realiza en consulta, inyectando -mediante una cánula- el semen seleccionado directamente el útero de la mujer. La mujer debe permanecer en reposo unos minutos.

Para poder optar a la inseminación artificial es necesario que el semen del hombre tenga una calidad mínima, y que al menos una de las trompas de falopio de la mujer se encuentre permeable.

Se suele utilizar como primera opción para las parejas cuya esterilidad es de origen desconocido (que no se encuentra causas fisiológicas para la misma), parejas en las que la mujer no ovula normalmente o tiene defectos en el moco cervical (que impide que los espermatozoides lo traspasen) y para parejas en las que el semen del hombre presenta baja concentración o movilidad (pero no tan poca como para impedir un embarazo).

La tasa de éxito es de un 20% durante el primer ciclo, pero del 60% si se realiza la inseminación artificial durante 4 ciclos seguidos.

Vía: IVI