El estrés en el embarazo

El estrés durante el embarazo es muy frecuente, ya que, aunque un embarazo deseado es siempre un motivo de alegría, las molestias físicas y los miedos y temores propios de esta etapa, causan ansiedad en muchas mujeres, especialmente, cuando a eso le tenemos que sumar excesivas responsabilidades familiares y laborales.

Probablemente has oído alguna vez que el estrés afecta al feto, y es cierto. Pero aunque debes tratar de estar lo más tranquila posible estos meses, un nivel de estrés «normal» (el de mujeres sanas que simplemente se ven un poco desbordadas por el trabajo u otras cuestiones, pero que pueden dominarlo) no va a causar problemas graves en el niño.

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El estrés es una respuesta del cuerpo a lo que considera una amenaza. A corto plazo, resulta muy útil para enfrentarnos a ese desafío, pero si se prolonga en el tiempo causa problemas de salud como cansancio, insomnio, palpitaciones e incluso depresión.

En el caso de las mujeres embarazadas, se ha comprobado en diversos estudios que altos niveles de estrés disparan el riesgo de preemclapsia, de partos prematuros y de que el bebé desarrolle asma. Además, también se ha relacionado el estrés con un incremento del 15% en la probabilidad de tener hijos hiperactivos o con défecit de atención.

En general, como ya dijimos, un poco de estrés rutinario no va a causar problemas graves. Pero si sientes que no puedes controlar tu ansiedad, conviene consultarlo con un médico. Además, acontecimientos traumáticos como un divorcio, la muerte de un ser querido,  un despido, problemas económicos o un embarazo muy complicado sí suelen generar problemas de mayor envergadura durante el embarazo, como partos prematuros.

Lo más importante es no agobiarse con el tema (porque sumaría más estrés), centrarse en la alegría del nacimiento del bebé y en que, por el momento, eso es lo más importante. Además, hay cosas sencillas que puedes hacer  para tratar de controlar cualquier tipo de estrés.

Lo principal es llevar hábitos saludables: dormir 8 horas, hacer ejercicio moderado -dar paseos, nadar…-, dieta sana.

En este aspecto, es muy importante evitar las grasas y los alimentos excitantes (bebidas con cafeína, chocolate..),  y centrarse en aquellos con propiedades relajantes como la lechuga, las espinacas, los frutos secos, los cereales integrales o los plátanos. También es muy importante que te mantengas bien hidratada.

Además hacer ejercicios de relajación y actividades tipo yoga o tai-chi también puede ayudar mucho.

Busca alguien con quien hablar y no vaciles en pedir ayuda si te ves desbordada, a tu pareja y a tus familiares, pero también, si lo ves necesario, a un médico.

Si tienes problemas económicas, trata de diseñar una lista de prioridades y pide prestado todo lo que puedas para eliminar costes. Pero trata de hacerlo sin que eso te suponga una fuente nueva de estrés.

Eliminar el estrés no es fácil, pero piensa que ¡es muy importante intentarlo!