El sol y el embarazo: cloasma o máscara del embarazo

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El sol es bueno para el organismo humano. Ayuda al proceso de fijación del calcio en los huesos y por eso es especialmente beneficioso para las embarazadas. Ya nadie duda que la exposición incontrolada al sol es un factor de riesgo para la salud cutánea y el uso de protectores solares está generalizado.

Durante la gestación, una de las partes del cuerpo de la mujer que es especialmente sensible a los cambios hormonales y metabólicos es la piel.

Así que, si para cualquier persona es necesario tomar el sol con precauciones, para una embarazada lo es aún más.

Para cualquier mujer embarazada la norma para los momentos en los que va a estar expuesta a los rayos solares es la de proteger su piel con una crema de factor protector elevado, por encima del 15.

Lo más prudentes es obtener información sobre su tipo especifico de piel, según su tonalidad, color de los ojos, del pelo, etc. para tener una referencia lo más exacta posible del grado de protección que debe utilizar.

Incluso si no se va a ir a la playa o a la piscina es conveniente salir a la calle en épocas de sol intenso con una aplicación de crema protectora en las zonas del cuerpo más expuestas, como cara y brazos.

El efecto más desfavorable de la acción del sol sobre la piel de las embarazadas es la aparición de manchas.

En las consultas de ginecología es habitual que las primerizas muestren sus temores ante la aparición de manchas muy características en la cara.

Se trata del cloasma o máscara del embarazo, una pigmentación oscura de la piel de las zonas que rodean los labios, ojos, pómulos, frente y nariz de la embarazada, que adopta una forma simétrica y muy parecida a una máscara.

No se conoce su causa exacta, pero parece que no hay duda de que está relacionada con la exposición al sol y a un exceso de producción por causas hormonales de melanina, el pigmento natural de la piel para protegerse de las radiaciones solares. Hay estudios que lo relacionan con deficiencias nutricionales, sobre todo de hierro, y se han detectado factores hereditarios.

  • Su incidencia es mayor en mujeres jóvenes y de piel morena. Aparece sobre el cuarto mes de embarazo y se mantiene e incluso se intensifica a lo largo de todo el embarazo. Por lo general, desaparece después del parto cuando se produce la regularización hormonal del cuerpo de la madre.
  • Se ha observado que el uso de anticonceptivos hormonales incide en su persistencia después del embarazo y hay mujeres que sin haber estado nunca embarazadas pero que usan anticonceptivos hormonales tienen estas manchas específicas.

La mejor defensa contra el cloasma es la prevención a base de cremas protectoras desde los primeros momentos del embarazo. Si después del parto persisten las manchas, hay que acudir al dermatólogo para que diagnostique las causas. El tratamiento es difícil, a base de cremas blanqueadoras, de efectos no garantizados.