¿ Vuelve la tos ferina?

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La tos ferina es una enfermedad infecciosa de las vías respiratorias, muy infrecuente en España desde que se impuso la vacunación obligatoria como método de prevención. Sin embargo, y aunque la incidencia sigue siendo mínima, los casos de tos ferina en bebés no vacunados, adolescentes y adultos están aumentando por toda la geografía española.

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En California ha sonado la alarma este año, ya que desde mayo, se ha duplicado el número de casos de tos ferina y se ha batido el récord de muertes de los últimos 50 años. En España, los médicos también advierten un aumento significativo del número de infecciones, aunque en la gran mayoría de los casos se resuelve favorablemente.

Esto se debe a que las vacunas no confieren protección de por vida, ya que, a los 7 años de ser administrada, sólo resta un 50% de la eficacia de la vacuna. Aunque durante la infancia, la vacuna contra la tos ferina se administra cada poco tiempo, a los 14 años se pone la última dosis. Como resultado, la tos ferina aumenta entre los adultos.

Pero el mayor problema son los bebés que aún no han recibido la primera vacuna.  La evolución de la tos ferina en los bebés pequeños suele ser mucho más complicada que en los adultos, ya que su sistema inmune es mucho más débil. Normalmente se contagian por contacto con adultos ya infectados.

No hay que olvidar que la tos ferina es una enfermedad altamente infecciosa, que se propaga con facilidad, por lo que cuando se dan casos, suelen ser en brotes. Establecida la existencia de un brote epidémico, se consideran susceptibles de padecer la tos ferina a los bebés no vacunados y a aquellos niños o adultos en los que hayan transcurrido más de 5 años desde la última dosis de una vacunación completa (por lo que los niños que entran en la adolescencia, pero aún no se han puesto la vacuna de los 14 años también están desprotegidos).

Aunque la vacunación general de tos ferina a todos los adultos entrañaría una gran dificultad, la actuación inicial sobre aquellos que convivan con bebés, como padres, cuidadores o médicos, podría suponer un método de prevención eficaz.

Los síntomas de la tos ferina en los adultos pasan en un primer momento por los de un resfríado común, y suelen ser menos graves, por los que, muchas veces, en el momento en que se diagnóstica la enfermedad ya ha pasado el momento de ser infecciosa.

En los bebés, los síntomas iniciales también son los de un catarro, con tos, mocos y fiebre leve. Unos 12 días más tarde, empiezan a aparecer los episodios graves de tos, que en niños mayores se acompañan de un estertor. Además, es frecuente la aparición de convulsiones, períodos de suspensión de la respiración y fiebre alta.

Es frecuente que la tos se acompañe de vómitos, y en los bebés el riesgo de asfixia es grande. Siempre que tu bebé tenga un catarro debes llevarlo al médico, para que evalúe si es solo un catarro y cómo tratarlo.

No se trata ahora de que te obsesiones con la tos ferina, ya que se trata de una enfermedad muy poco frecuente. Pero sí que estés alerta en el caso de que tu bebé presente síntomas como los descritos, o que vaya a estar en contacto con alguien que pueda sufrir la enfermedad.

¿Tu hijo ha sufrido tos ferina? ¿Crees que debería haber una vacuna universal para los adultos?

Vía: El Mundo