Prevenir la insolación en niños

Prevenir las insolaciones y los golpes de calor  en los niños es fundamental ahora que han llegado los días de altísimas temperaturas.

Es importante saber que los pequeños menores de 5 años (y especialmente los bebés) son muy susceptibles a los cambios de temperatura y por ello tienen más riesgo de sufrir una insolación.

Prevenirlo es fundamental, ¿quieres saber cómo?

La insolación se produce por una exposición prolongada al sol, que provoca un aumento en la temperatura corporal del niño, quien se ve incapaz de «autoenfriarse». La insolación se ve facilitada, además de por las altas temperaturas, por la presencia de humedad en el ambiente, y  por la falta de hidratación en el organismo.

¿Cómo prevenir la insolación?

  • No salgas de casa con los niños a las horas centrales del día, y si te ves obligado a hacerlo, que sea siempre por la sombra y con sombrero.
  • Si las temperaturas son muy altas, usa ventiladores en casa. Mejor todavía si se cuenta con aire acondicionado.
  • Lleva siempre una botella de agua con vosotros cuando salgáis de casa. A los lactantes, ofréceles el pecho más a menudo.
  • Evita que jueguen directamente expuestos al sol. Busca un lugar a la sombra. En la playa, usa sombrilla.
  • Evita que realicen esfuerzos físicos intensos, prefiriendo juegos más tranquilos.
  • Lleva a los niños siempre con sombrerito y ropa liviana de algodón de colores claros.
  • No realicéis viajes prolongados en un coche sin aire acondicionado.
  • Moja a tu hijo con agua fría varias veces al día.

Si a pesar de todos los cuidados, tu hijo presenta algún síntoma de insolación debes llevarlo inmediatamente al médico. Si se deja pasar el tiempo, las consecuencias pueden ser mucho peores. Los síntomas son los siguientes:

  • Temperatura corporal elevada (más de 40 grados)
  • Piel muy caliente pero sin sudor
  • Dolor de cabeza
  • Mareos
  • Náuseas y vómitos
  • Desorientación o confusión
  • Palpitaciones
  • Convulsiones
  • Pérdida del conocimiento

Tras llamar  al médico, y mientras viene, conviene llevar al niño a la sombra, al lugar más fresco posible. Un tratamiento efectivo es sumergir al niño en una bañera con agua tibia, hasta lograr que la temperatura descienda al menos a 38 grados centígrados.

Si no cuentas con una bañera, quítale la ropa, mójale todo el cuerpo con agua fría, y ofrécele agua para beber.