En que consiste la preeclampsia?

preeclampsia

La preeclampsia es una comlicación grave que puede desarrollarse durante el embarazo y que se caracteriza por dos elementos: presión alterial alta y presencia de proteínas en la orina.

Suele generarse en torno a la semana 20 de embarazo y tras el parto desaparece. De ahí que a lo largo del embarazo se vigile en los controles médicos la presión arterial y se analice la orina de la futura madre.

En ocasiones la preeclampsia no suele presentar más síntomas que la presencia de la proteína en la orina y la tensión alta de ahí la importancia de llevar un embarazo con los controles médicos pertinentes.

Pero en ocasiones puede transcurrir con otros síntomas, sobre todo en los casos más graves, como dolores fuertes de cabeza, sobrepeso, hinchazón de manos y cara, dolor en la región superior derecha del abdomen, problemas de visión, etc.

La detección de esta complicación en el embarazo es fundamental para proteger la salud de la madre y del futuro bebé. Puede provocar daños en los riñones, el hígado y el cerebro de la madre, y puede provocar diferentes daños en el bebé sobre todo porque la preeclampsia suele provocar que el parto se adelante antes de la fecha a término para evitar problemas graves de salud, como daño hepático, cerebrovascular o convulsiones.

Los bebés nacidos antes de término pueden presentar distintas complicaciones dependiendo de la semana en que se provoque el nacimiento. Suele desarrollar complicaciones propias de los bebés prematuros, como bajo peso, dificultades respiratorias, etc. y suelen necesitar cuidados intensivos.

Y es que la única forma de curar la preeclampsia es dar a luz al bebé. Sin embargo, si ese parto pudiera ser muy precoz (prematuro), la enfermedad se puede manejar con reposo en cama, control exhaustivo y realizar el parto tan pronto como el bebé tenga buenas probabilidades de sobrevivir por fuera del útero.

Las pacientes generalmente se hospitalizan, pero a veces esto se puede manejar en el hogar con un cuidadoso control de la presión arterial, de la orina y del peso. Lo ideal es que se pueda esperar a que la madre pueda dar a luz después de la trigésima séptima semana del embarazo.

En casos graves de preeclampsia, si el embarazo está entre las semanas 32 y 34, se opta por el parto. En embarazos de menos de 24 semanas, se recomienda inducir el parto, aunque la probabilidad de supervivencia del feto es muy pequeña.

Se ha demostrado que la prolongación de estos embarazos puede llevar a problemas en la madre en la mayoría de los casos y también se puede presentar la muerte del bebé. Los embarazos entre las semanas 24 y 34 de gestación son una «zona gris» y tanto el equipo médico como los padres pueden demorar el parto con el fin de permitir que el feto madure.

Cuando se inducen las contracciones del parto y el parto propiamente dicho, la madre recibe medicamentos para prevenir convulsiones y mantener la presión arterial bajo control. La decisión de optar por parto vaginal o cesárea se basa en la buena tolerancia que pueda tener el feto al trabajo de parto.

No se conoce la causa de la preeclampsia.

Entre el 6% y el 8% de las mujeres embarazadas sufren de preeclampsia. Es más probable que ocurra durante los primeros embarazos y no en los tardíos, y en mujeres menores de 25 años de edad o mayores de 35 años de edad.

Las mujeres que sufren de hipertensión crónica, enfermedades renales o diabetes, o que están embarazadas de más de 1 hijo, corren un riesgo más alto de tener preeclampsia.