El paracetamol en los primeros años aumenta el riesgo de asma, rinoconjuntivitis y eccema

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El uso de paracetamol en el primer año de vida o en la temprana infancia puede estar relacionado con un mayor riesgo de asma, rinoconjuntivitis y eccema en niños de entre 6 y 7 años, por lo que se recomienda prudencia en su administración.
Los investigadores pidieron a los padres de niños de seis a siete años que respondiesen a cuestionarios sobre síntomas de esas enfermedades y posibles factores de riesgo, incluido el uso de paracetamol para tratar la fiebre en el primer año de vida del niño y la frecuencia del recurso al mismo en los últimos doce meses.

Tal es la conclusión de un artículo que publican esta semana en un número de la revista médica The Lancet dedicado al asma el profesor Richard Beasley, del Instituto de Investigaciones Médicas de Nueva Zelanda, y sus colegas.

Para el estudio se analizaron los datos de más de 200.000 centros médicos en 31 países.

Los investigadores descubrieron que el uso de paracetamol para tratar la fiebre aumentaba en un 46% los riesgos de síntomas de asma (sibilancia) en los niños de seis a siete años.

En el caso de que el paracetamol se hubiese administrado en dosis medias durante los doce meses previos al análisis, el riesgo de síntomas de asma era un 61% superior mientras que en el caso de dosis muy elevadas, llegaba a triplicarse.

El uso de paracetamol en el primer año de vida se asoció a un aumento del riesgo de rinoconjuntivitis en un 48% y de eccema en un 35%.

Sin embargo, Beasley precisó que «no hay motivo de alarma» y subrayó que este estudio epidemiológico debe ser completado con ensayos clínicos, ya que plantea un interrogante y no ofrece conclusiones sobre causalidad.

«El paracetamol es un medicamento seguro cuyos beneficios en casos de fiebre alta ha sido comprobado, pero no debe administrarse como si fuera agua sino sólo cuando es necesario«, señaló por su parte el Dr. R. Graham Barr, de la Universidad estadounidense de Columbia, otro de los autores del estudio.

Según Barr, los padres administran con demasiada frecuencia a sus hijos píldoras y jarabes innecesarios.